Ya la copa del árbol, te ondea a lo alto, bajo el cielo diáfano, mi canto se hace claro.
Las estrellas dibujan figuritas en tu esencia, tus raíces son mis sueños, y en ti hallar paz, presencia.
Las llanuras se extienden, y susurros de belleza, tus risas son mi abrigo, la sombra que me enreda.
Aquí hallo el eco eterno, que canta en tu morada, te encuentro, Madre Tierra, y en mi pecho, la jornada.
- Manuel José Quintana